Soy una niña, poco a poco voy aprendiendo de varias maneras, a través de todos los sentidos, como me van educando, como me van socializando, soy una niña con una impresionante imaginación, hablo con mis muñecas y con los fantasmas que habitan mi casa, a veces me dan miedo, otras veces me acompañan, tengo tantos sueños, tantas ganas de hacer muchísimas cosas en la vida, sueño con ser arqueóloga, me encanta la actuación y la lectura. Siempre tengo tiempo para pensar que quiero ser cuando sea grande.
Estudio en un colegio de monjas, por lo que la tradición moral judeo cristiana se va calcando de manera perfecta en la construcción de mi ser mujer. Una de las lecciones a mi corta edad es que no soy dueña de mi cuerpo, que puede ser transgredido por cualquiera que se le antoje, a la hora que sea, de la forma que sea.
La primera transgresión eran los golpes, múltiples golpes, con todos los objetos habidos y por haber, al punto de acostumbrarse la piel, al dolor. Pero era normal, si te portás bien, tiene que haber castigo, así pensábamos. Me acuerdo del CHICOTE familiar, Martin Callado.
Pasaba el tiempo y mi cuerpo cambiaba, eso generaba dos reacciones, algunas de burlas de los niños que veían con ignorancia que dejábamos la niñez , hasta el punto, que ya no pude ir jugar en la pila gigantesca de la casa del abuelo o en el río, sin que me diera pena, pues estaba cambiando.
La otra reacción era la mirada lasciva de los hombres en la calle, o las nalgadas que a veces me daban mis tíos, porque me estaba poniendo culona, ese era también el comentario de mis familiares, hombres y mujeres. Me avergonzaba tanto del cuerpo, que usaba ropa floja, me encorbaba para que no se me notaran los pechos.
Mi piel como un libro, donde se inscribe, el tipo de mujer que soy y la que quiero ser, cuando sé y estoy convencida que no quiero que nadie más me golpeé nunca más, que nadie me toque si no quiero, que nadie decida sobre lo que quiero hacer con mi cuerpo.
Pasados los años muchas veces tuve que pasar por la experiencia que cualquier hombre sienta el permiso (sin pedírmelo) de tocar cualquier parte de mi cuerpo, donde se le de la gana, varias veces en la calle, en el bus, en la universidad, una vez en el consultorio de un traumatólogo. Con que derecho? Muchas veces me culpe, pensaba, pero que tengo? que les inspira que piensen que pueden hacer conmigo lo que se les da la gana?
El abuso sexual inscribió también sus letras en mi piel, muchas fueron las formas y las manifestaciones, la última vez fue durante mi EPS, me golpearon, me sacaron de mi cuarto, me arrastraron por el piso, me intentaron violar. Pedí auxilio, el juez de paz y el médico minimizaron el hecho, insinuando que yo los había provocado.
A los 21 años quede embarazada, apenas estaba en 4 año de la universidad, pero estaba convencida que no quería tener hijos. Tenía otras prioridades, otros sueños, quería de mi vida un futuro que no fuera el de ser madre.
Así que con el apoyo de mis amigas, fuimos a ver a un médico y luego me realizaron un aborto en un sanatorio de mala muerte, conté con la suerte de no tener ningún efecto secundario, ninguna complicación.
12 años después estoy convencida que nadie puede decidir por mí, estoy convencida que la decisión que tomé fue la correcta para mi vida, ser sujeta de derecho implica para mí ser dueña de mi cuerpo. Pues desde los 20 años, había decidido ser madre.
He sido tratada en muchas ocasiones con inferioridad, me intentaron convencer que mi destino, mi vida y mi cuerpo pasaba por la voluntad de otros, tengo la voluntad y el derecho de interrumpir un embarazo. También aprendí a consentir mi cuerpo, a asumir mi sexualidad como parte de mis derechos, a gozar, a sentir placer, a tocarme, a gustarme, a aceptarme como soy. Así mismo compartir mi sexualidad con otra persona, pasa por la responsabilidad de saber que tiene implicita dignidad.
Cuando me pongo a pensar en mi piel como libro donde esta escrita mi historia, la lectura que puedo hacer hoy es que a pesar de las terribles experiencias, mi cuerpo es mío y yo decido sobre él y sobre el rumbo de mi vida.
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