Puta que respeta la vida! .......Te gusta? ayyy pero no te toca!

jueves, 25 de noviembre de 2010

Mi cuerpo: espacio de poder y subversión



A propósito del origen de la conmemoración del 25 de noviembre, como el día de la No violencia contra las mujeres, es preciso recordar a las hermanas Mirabal, su lucha y las causas de su asesinato. Es preciso recordar el impacto del colonialismo, el capitalismo, las dictaduras militares, los golpes de Estado en la vida de los pueblos de Nuestra América y en particular, en nosotras las mujeres.

También es preciso realizar ejercicios de autocrítica, de autoconciencia, que parta por revisar nuestras prácticas de poder en cualquiera de sus formas, pues ninguna de nosotras está exenta de ejercerlas. Esto nos permitirá abrir espacios colectivos para la reflexión y el debate desde la honestidad, la ética y la horizontalidad que nos permita entonces avanzar en nuestras luchas en verdadera complicidad.

En Guatemala, el genocidio y la guerra contrainsurgente, así como otras formas violentas de dominación, pasó por el control del cuerpo, la sexualidad y la vida de las mujeres, como territorio en disputa. Muchas fueron y siguen siendo las políticas aplicadas para estos fines y ejecutadas principalmente por hombres oligarcas, militares, policías, orejas, comisionados militares, patrulleros, judiciales, entre otros, financiados y asesorados principalmente por los Estados Unidos.

El rumor fue y sigue siendo una de las más efectivas herramientas de control. Hasta la fecha existen entre nosotr@as “orejas”, personas “civiles” infiltradas en nuestros espacios o bien con las que compartimos cotidianamente, puede ser el que vende los chicles en la esquina, el que lava los carros, el compañero o compañera de clases, docentes, deportistas o el rector de la Universidad. Su trabajo es controlar, evidenciar y delatar a quienes sean una amenaza para el poder patriarcal, racista y capitalista.

El fin último es la aniquilación y el exterminio de quien sea una amenaza al sistema, a lo establecido, a lo “normal”. ¿A cuántas personas o comunidades enteras no desaparecieron o asesinaron, gracias a los oficios de estas personas serviles, que delataron a personas acusadas de ser “subversivas”, “comunistas”, “sindicalistas”, “guerrilleras”, “cooperativistas”,o poblaciones indígenas acusadas de "colaboradoras" de la guerrilla, criminalizando cualquier actividad que éstas impulsaran para transformar esta sociedad injusta?.

Hoy, entre nosotras existen “orejas”, “chafas” o “chontas” del patriarcado, que sin recibir paga alguna, asumen el trabajo, sirven para controlar las vidas y los cuerpos de las otras, desatando rumores y chismes, bajo preceptos judeocristianos morales patriarcales.

Por ahí andan vigilando con quién nos acostamos las otras, qué hacemos o por dónde vamos, si fumamos o chupamos, qué ropa nos ponemos, si estamos gordas o flacas, qué trabajo tenemos, qué amistades tenemos y por dónde nos movemos. Por ahí andan haciéndose las víctimas y poniéndose en el papel de puritanas. ¡Con qué facilidad se acusa de putas, a las mujeres que mandamos a la punta la monogamia, la heterosexualidad y la maternidad obligatoria, el amor posesivo y exclusivo; y que por encima de cualquier cosa, nos atrevemos a vivir una vida digna y en libertad! ¿Desde qué posición de superioridad moral lo hacen?

El objetivo de estas prácticas contrainsurgentes, contra-autónomas, contra- insubordinadas, contra-insumisas, es preservar el sistema patriarcal y heterorreal, es someternos, reducirnos al orden, que nos quedemos sosegadas y controlarnos.

También tienen como objetivo la aniquilación, la desaparición simbólica y política así como la marginación, criminalizando a las mujeres que creemos en nuestra fuerza y nuestro poder para transformar nuestras vidas.

En sociedades como las nuestras, basadas en el miedo, el terror y el control, estas formas de dominarnos se reproducen con facilidad y tienen mucho éxito, pues hemos normalizado la violencia, sus manifestaciones y expresiones, haciéndolas nuestras, al punto de que para sobrevivir en ellas, parece que algunas personas necesitan reproducirlas.

Estas prácticas preservan el control y la dominación masculina, pues colocan nuestro cuerpo y nuestra vida en las manos de los hombres, de otras mujeres y en definitiva del poder, que nos juzga y opina sobre qué y cómo debemos comportarnos sexualmente.

No es solamente el rumor el que se reproduce, ¡ojalá fuera solo eso!, se reproduce el control y el odio. Lo más espantoso es que parece que mucha gente disfruta con eso, aunque la doble moral encubra que en su vida sexual también tiene ejercicios de insumisión y de rebeldía, o por lo menos moriría de ganas por tenerlos.

Una mujer autónoma, que piensa, que lucha, que se enfrenta, que transgrede, que habla, que cuestiona, es peligrosa, es una amenaza.

De ésta manera y con estas prácticas no vamos a cambiar nada de lo que criticamos y denunciamos como violento contra nuestras vidas. En lo que a mi respecta déjenme en paz, porque todos los días lucho para que mi vida sea más que panfleto y discurso.

Mi cuerpo es mío y además es mi espacio de poder y subversión. Y para que no quepa ninguna duda, soy bruja, puta, precaria, mestiza, de izquierda y lesbiana feminista. ¿Algún problema?