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viernes, 2 de noviembre de 2007

LaS áNiMaS BeNdiTaS


Mama Chon, como le bauticé con mucho cariño, cuando era chiquita, a mi abuela paterna, originaria de Quetzaltenango, - de los Polanco de xela - como dice ella, se casó joven y le tocó vivir en la casa a la que le llamaban “La segunda”, cerca del callejón Apolo, en el barrio la democracia, dice que antes que fuera habitada por mas de 10 familias, - ahí vivían los chontes.

Imagino una casa vieja, un verdadero palomar como me dijo, vivían en un apartamentito, con tres cuartos, donde tenía su cocina, comedor, y los cuartos, apenas tenía a los primeros 3 de 7 hijos, entre ellos a mi papá.

Para entonces mi abuelo Papa mero, sastre toda su vida, trabajaba con don Isaac un árabe que tenía un taller de sastrería, el cortaba chaquetones y hacía tacuches entre otras cosas, propias del oficio.

Mientras ella tenía que cuidar de sus tres primeros hijos, también veía la forma de resolver, así que ella le daba la alimentación por mes, a dos jóvenes de la costa sur, que estudiaban en xela, también lavaba y enyuquiaba camisas a licenciados y doctores que la conocían, dice que pagaban 10 centavos por camisa, con lo que se iba haciendo de dinerito para cubrir los gastos de la casa. - Hay dios mija! qué no hice yo, porque su abuelo, casi no me daba para el gasto.

A ella como a mí, le daba mucho miedo estar sola en la noche, recuerda muchas de las noches que tenía que esperar hasta muy tarde a mi abuelo, pues a el le gustaba la fiesta, el guaro y jugar cartas, puedo hasta sentir la angustia que le producía la espera, sabiendo las consecuencias que este gusto acarreaba. En la familia, poco se habla de la violencia que hemos vivido las mujeres, se considera permitido, de todas formas ocurre, es normal, pero no lo hablamos, siempre supimos que mi abuela tuvo que soportar infidelidades, violencia física, irresponsabilidades, borracheras, en fin abusos de todo tipo, no solo de mi abuelo, sino de sus hijos, hasta la fecha ella es la cuidadora máxima de la familia.

Una de tantas noches, se asomaba una y otra vez a la ventana como a eso de las 12 de la noche a la ventana, para ver si venía en la oscuridad de la noche mi abuelo, cuando de repente escuchó voces, fue entonces cuando vio a lo lejos, - cerca del poste viejo de madera que estaba ahí nomás cerquita, un montón de gente rezando con candelas, el rezo se oía muy cerca, por el aire que había, no lograba ver bien, pues además vestían de negro, qué hacían esas personas con candelas a altas horas de la noche? de dónde salieron? si había salido ratitos antes y no las había visto venir?, - me dió mucho miedo y mejor me entré - me cuenta.

Al día siguiente le comentó a una vecina, - hablé con doña Rosy y ella también las había oído y me dijo cabal! lo que yo había pensado: eran las ánimas benditas, ellas salen el primero de noviembre por la noche, para cuidar a la gente, pero también vienen a apuntar a la gente se que se irá pronto.

Después de la visión que tuvo, como a los 15 días murió una vecina en el parto, - ellas la llegaron a traer. Según mama Chon, lo que le contaba su mama y su abuela, es que las ánimas son mujeres, que son buenas, que son los espíritus de las ancestras que nos cuidan, ella cree mucho en ellas y les pide siempre para que nos ayuden, especialmente a las mujeres, pues ellas saben cuanto sufrimos.

El primero de noviembre en la noche ella siempre hace su altarcito, prende veladoras para las ánimas, pero también pone un vaso con agua, para los espíritus de las personas que han muerto, porque muchas de ellas se han ido con sed, en algunos casos, depende de la difunta o difunto se les pone “su traguito”, pero ese es un secreto que solo poca gente conoce, no mucha gente cree, esto se lo enseñó mi bisabuela Tere, al otro día ella siempre hacía dulce de ayote y de camote, también era parte de la tradición.




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